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MI VIENTRE HA SIDO CUEVA

DE BELLÍSIMOS ANIMALES

Lo salvaje, Vega Cerezo.

 The Book Shelf 

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 Poema del mes 

ANTARTIDA

 

Dejaré este mundo más sucio y codicioso

de cómo lo hallé.

Esta es la primera verdad que debéis saber:

hemos venido a quebrar la Tierra.

Nosotros hemos venido a llenar los mares, de plástico,

las playas de muertos, los cementerios de mujeres.

No era nuestro propósito, pero

nos seduce esa sangre, los gritos,

el llanto, el quejido rudo y bronco de los mataderos.

 

Hace unos meses vi un documental sobre la Antártida.

Me alivia ese frío: la inmensidad blanca y silenciosa

de los polos.

En la escena, más de cien mil morsas se hacinan en una playa

de la costa nororiental de Rusia desposeídas

de su territorio de hielo.

Un paisaje abrumador de cuerpos amontonados

formando una vasta pradera que perturba

por su extraña composición.

Algunas reptan por el acantilado que nace al pie de la playa.

Ochenta metros de fragosa aventura

para tener espacio.

Luego, el hambre les araña las entrañas y

comienzan el descenso de una altura que

nunca debían haber escalado.

La imagen es desoladora: cientos de morsas

se precipitan al resbalar por la pendiente golpeándose

-aparatosamente- una y otra vez contra las rocas

hasta caer, a plomo, sobre la orilla.

Queda una hilera de cadáveres reventados coronando

la margen de esa playa antártica.

 

Lloro.

Lloro como se llora la muerte de un amigo,

de un padre, de mi perro,

de los niños migrantes que mueren de frío

en los campos de refugiados esperando

un hueco en la próspera Europa.

Lloro sin consuelo.

Sé que me acompañará esa certeza en la partida.

Ese frío en mi frío corazón será mi último recuerdo.

 

Hijos míos, debéis saber esta verdad:

hemos venido a incendiar la casa

con vosotros dentro.

 NOVEDAD 

Los primeros fríos portada.jpg
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